TEMA 6
La cohesión textual. La oración simple. El Lazarillo de Tormes
Sesión Segunda:
Analiza en el siguiente texto los
mecanismos lingüísticos que facilitan la cohesión textual
Confieso mi escasa simpatía –habla Juan de
Mairena a sus alumnos- hacia aquellos pensadores que parecen estar siempre
seguros de lo que dicen. Porque si no lo están y tan bien lo disimulan, son
unos farsantes; y si lo están, no son verdaderos pensadores sino, cuando más,
literatos, oradores, retóricos, hombres de ingenio y de acción, sensibles a los
tonos y los gestos, pero que nunca se enfrentaron a su propio pensar, propio
siempre a aceptar sin crítica el ajeno. Confieso mi poca simpatía hacia ellos.
Porque estos hombres, en las horas pacíficas se venden por filósofos y ejercen
una cierta matonería intelectual que asusta a los pobres de espíritu, sin provecho
de nadie, y en tiempo de combate se dicen siempre ‘au dessus de la melée’. No
son hombres despreciables, pero creo que Platón los habría expulsado de su
República mucho antes, y con menos honores, que a los poetas.
[Antonio Machado: Juan de Mairena]
Sesión Cuarta:El COMENTARIO DE TEXTO comenzó a utilizarse en Francia a finales del siglo XIX como método didáctico a raíz de las deficiencias de uan enseñanza memorísta e historicista, sin contacto directo con las obras literarias. De esta forma, esta metodología se introdujo progresivamente tanto en la enseñanza universitaria como en la enseñanza media.
Posteriorente, se fue introduciendo de forma paulatina en otros países. En España, P. Pouget ejerció notable influencia en 1950 sobre todo en la figura de LÁZARO CARRETER, quien defendió en un artículo publicado en la Revista de Educación de 1952 la introducción de un método de análisis y explicación de textos. En 1057 publicó junto a G. Correa la obra Cómo se comenta un texto literario, que constituirá una obra canóninca tanto en la enseñanza media como superior.
El modelo de comentario que ofrecían Lázaro Carreter y G. Correa constaba de los siguientes apartados generales:
- Fase previa: lectura atenta del texto.
- Localización: obra, autor, contexto histórico, movimiento artístico, etc.
- Determinación del tema.
- Determinación de la estructura.
- Análisis de la obra a partir del tema.
- Conclusión.
En el quinto por mi ventura di, que fue un
buldero, el más desenvuelto y desvengonzado y el mayor echador dellas que jamás
yo vi ni ver espero ni pienso que nadie vio; porque tenía y buscaba modos y
maneras y muy sotiles invenciones.
En entrando en los lugares do habían de
presentar la bula, primero presentaba a los clérigos o curas algunas cosillas,
no tampoco de mucho valor ni substancia: una lechuga murciana, si era por el
tiempo, un par de limas o naranjas, un melocotón, un par de duraznos, cada
sendas peras verdiñales. Ansí procuraba tenerlos propicios porque favoreciesen
su negocio y llamasen sus feligreses a tomar la bula.
Ofreciéndosele a él las gracias, informábase
de la suficiencia dellos. Si decían que entendían, no hablaba palabra en latín
por no dar tropezón; mas aprovechábase de un gentil y bien cortado romance y
desenvoltísima lengua. Y si sabía que los dichos clérigos eran de los
reverendos, digo que más con dineros que con letras y con reverendas se ordena,
hacíase entre ellos un Santo Tomas y hablaba dos horas en latín: a lo menos,
que lo parecía aunque no lo era.
Cuando por bien no le tomaban las bulas,
buscaba como por mal se las tomasen, y para aquello hacía molestias al pueblo e
otras veces con mañosos artificios. Y porque todos los que le veía hacer sería
largo de contar, diré uno muy sotil y donoso, con el cual probaré bien su
suficiencia.
En un lugar de la Sagra de Toledo había
predicado dos o tres días, haciendo sus acostumbradas diligencias, y no le
habían tomado bula, ni a mi ver tenían intención de se la tomar. Estaba dado al
diablo con aquello y, pensando qué hacer, se acordó de convidar al pueblo, para
otro día de mañana despedir la bula. Y esa noche, después de cenar, pusiéronse
a jugar la colación él y el alguacil, y sobre el juego vinieron a reñir y a
haber malas palabras. Él llamo al alguacil ladrón, y el otro a él falsario.
Sobre esto, el señor comisario, mi señor, tomó un lanzón que en el portal do
jugaban estaba. El alguacil puso mano a su espada, que en la cinta tenía. Al
ruido y voces y que todos dimos, acuden los huéspedes y vecinos y métense en
medio, y ellos muy enojados procurándose desembarazar de los que en medio
estaban, para se matar. Mas como la gente al gran ruido cargase y la casa
estuviese llena della, viendo que no podían afrentarse con las armas, decíanse
palabras injuriosas, entre las cuales el alguacil dijo a mi amo que era
falsario y las bulas que predicaba que eran falsas.
Finalmente, que los del pueblo, viendo que no
bastaban a ponellos en paz, acordaron de llevar el alguacil de la posada a otra
parte. Y así quedo mi amo muy enojado; y después que los huéspedes y vecinos le
hubieron rogado que perdiese el enojo y se fuese a dormir, se fue. Y así nos
echamos todos.
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